Firma del Acta de Renovación de Compromiso en Memoria de Héctor Abad Gómez
y demás humanistas asesinados
Paraninfo de la Universidad de Antioquia
Medellín, agosto 25 de 1997
Intervención de JESUS MARÍA VALLE JARAMILLO
Presidente del Comité Permanente de Derechos Humanos
“Héctor Abad Gómez”
Distinguidos dignatarios, señoras y señores,
Ha querido el Comité que rinda un informe sucinto sobre la situación de derechos humanos en nuestro departamento y así lo haré porque hay documentos serios, de plumas autorizadas que con severa investigación y fundamentación han hecho este escrutinio que consta ya en documentos publicados.
En 1993 por primera vez en el departamento de Antioquia se presentó un Plan de Desarrollo, el cual fue elevado a canon de ordenanza con una mira: fijar directrices para todo el departamento de modo que hubiera un proceso que vinculara a las regiones y los municipios en sectores importantes como la industrialización, ecológico, de modo que se respondiera a un desarrollo desigual que se traía.
Ese Plan se fijó una meta: que fuese un mecanismo en un proceso de paz, lográramos vincular a todas las regiones y a todos los municipios, que tuviésemos un ciudadano más laborioso y participativo.
También de 1989 a 1993 mejoramos ese Plan de Desarrollo y miramos todos los sectores: el plan vial, eléctrico, educativo y el campo de salud. Y empezamos a vincular sectores poblaciones muy abandonados. Esas directrices que se fijaban allí tenían la mira de crear mecanismos de paz.
Y tras ese Plan quinquenal, lo recuerdo bien hoy, el doctor Gilberto Echeverri Mejía, inició un proceso de pacificación en la región de Urabá y con un alcalde de ideas democráticas logró levantar una infraestructura de importancia en esa región. Es decir, Antioquia estaba proyectando un desarrollo que penetrara más en lo regional y en el ente territorial denominado municipio. Y nos comprometíamos en ese Plan de Desarrollo con muchos sectores poblacionales e íbamos a los Concejos, a las entidades comunitarias.
De improviso, en los últimos años, en forma abrupta se rompió ese esquema que traíamos y surgió un plan para acabar con el movimiento guerrillero. Entonces aparecieron unos hombres armados en las regiones que cometían una serie de tropelías y asesinatos y hábilmente desaparecían de la zona; y se suscitaron las primeras masacres en zonas geográficas donde no había enfrentamientos entre partidos y fuerzas de izquierda.
Y después esas fuerzas se fueron ubicando en los perímetros urbanos y generaban un estado de terror y de zozobra. Y los campesinos caían asesinados y en las veredas y corregimientos se mataban a los dueños de las tiendas comunitarias. Eso ocurrió en el norte, en el oriente, en el occidente.
Se empezó a gestar como un plan macabro, donde el investigador no lograba penetrar en lo que estaba sucediendo, en qué zonas geográficas se cometían esas masacres y esos asesinatos masivos y nuestros ríos históricos fueron testigos de los cadáveres arrojados.
Y en las carreteras, esas carreteras construidas con el esfuerzo antioqueño, los vehículos eran parados, los campesinos bajados de los mismos y asesinados arrodillados.
Y se fue desintegrando lo que habíamos construido durante muchos años. Y aquellos maestros que protestaron por esas masacres y esos asesinatos, fueron perseguidos, fueron desaparecidos y fueron asesinados. Entonces se empezó a desintegrar todo ese sistema educativo. Las escuelas se quedaron sin niños y se quedaron sin maestros; y los maestros eran perseguidos y la educación perdió calidad, es decir se desintegró un sistema que con mucho esfuerzo se venía instalando, se venía construyendo.
Y los médicos que iban a las veredas y a los corregimientos a atender a los enfermos con mucho esfuerzo también fueron perseguidos, intimados, amenazados, desaparecidos y el sistema de salud empezó a degradarse.
Y los programas agropecuarios, las Umatas en Antioquia cuando soñábamos cómo reemplazar el café, cuando soñábamos con un dominio del paisaje y la agricultura, se desintegraron.
Aparecían fuerzas oscuras que reemplazaban al alcalde... los comandantes. Eran paramilitares, Convivir, autodefensas. Y se fue tornando ambiguo ese concepto de autoridad pública: unos eran amigos o enemigos de las Convivir, amigos o enemigos de los paramilitares, amigos o enemigos de la guerrilla.
Y ese tejido social del campesino, se fue desintegrando… y se empezó a consolidar la zozobra al lado del temor, mientras se perdían los proyectos culturales, artísticos, artesanales. Es decir, ha habido un proceso de degradación en la relación del hombre con la comunidad, con su medio.
Entonces, en este recinto puedo decir, a manera de inventario, que yo escuchaba decir a los hombres de pensamiento que el meridiano de la cultura pasaba por Antioquia, que el meridiano de la política pasaba por Antioquia. Hoy puedo decir, que el meridiano de la violencia pasa por Antioquia.
Estamos exportando, a través de una concepción equivocada del orden público, violencia para departamentos pacíficos como los de la Costa. Estamos exportando violencia, a través de las Convivir para todo el país, estamos desintegrando el tejido social.
Lo que habíamos construido como base impositiva, a través del impuesto predial y del de industria y comercio, para fortalecer los aportes de la Nación y hacer programas de desarrollo en el campo educativo, lo hemos desintegrado porque hay que pagar cuotas a las Convivir, a las autodefensas, a los paramilitares. Y los paramilitares y las Convivir se confunden en los uniformes, en las sedes, en los vehículos que utilizan. Es decir, ya la Fiscalía tiene que pedir permiso a esos personajes que aparecen extrañamente en los municipios, para poder hacer los levantamientos de cadáveres. Y los inspectores que hacen esos levantamientos de cadáveres son asesinados para destruir la prueba, para impedir los sistemas de investigación judicial.
Esa es la situación hoy, lo han visto mis ojos, lo he presenciado con gentes de mi pueblo, de mis veredas, de mis corregimientos. A esas personas que yo vi nacer, esas personas con quienes escuché silbidos de miseria en las montañas han sido asesinadas. Y yo he ido a la Gobernación, he ido a la Secretaría de Gobierno, he ido donde el señor comandante de la Brigada, he ido a la Procuraduría, he ido a la Defensoría del Pueblo, invocando el Derecho de Petición para la población campesina, y no he recibido una respuesta positiva.
En medio de esa desolación, qué pienso. Qué pienso en medio de esa degradación del hombre. Con esperanza miro tres aspectos positivos: Las madres de los soldados que levantaron la bandera unida para que les regresaran sus hijos y obligaron que en un momento histórico del país, el poder civil se colocará por encima del poder castrense o hiciera un proceso de pacto que llevara a la libertad de los prisioneros de guerra. Cuando se logra ese predominio del poder civil se pueden iniciar procesos de paz y democráticos. Ese aspecto positivo me da esperanza de seguir luchando.
Segundo, la sentencia de la Corte Constitucional cuando fijó directrices jurisprudenciales para limitar el fuero. Allí hay un instrumento de pacificación que permite limitar desafueros, exigir responsabilidades, para que iniciemos un camino diferente.
Y el tercero es que con la muerte de Héctor Abad Gómez se querían silenciar unas ideas y principios y por el contrario ese símbolo moral, esa fisonomía espiritual de Héctor Abad Gómez permitió que fuesen creciendo los organismos y hoy los derechos humanos se debaten en la universidad, en los sindicatos. Hoy hay semillas de libertad que con sacrificio y tenacidad siguen denunciando, señalando, impetrando, pidiendo, defendiendo los derechos humanos. Hay muchos organismos que con seriedad están en la lucha tenaz para que primen la vida, la dignidad, la alegría. Y eso es como instrumento de fe y esperanza en los momentos de incertidumbre y de tristeza.
Por eso esta noche la presencia de todos ustedes, la presencia de la familia Abad, la presencia de la familia Betancur, la presencia del honorable magistrado de la Corte Constitucional (Carlos Gaviria), la presencia de los coordinadores del Comité, la presencia de hombres y mujeres nos llena de alegría.
Y en este recinto histórico podemos decir hoy: Héctor Abad, Fernando, Carlos, Felipe, ¡aquí estamos! Podemos decir esta noche: Helí Gómez Personero de El Carmen, profesores perseguidos, víctimas, aquí estamos y estaremos siempre en el fragor de la lucha o en la quietud de la muerte.