Jesús María Valle Jaramillo
Breve semblanza
Héroe y mártir de los Derechos Humanos
Palabras del Dr. Darío Arcila Arenas en las X Jornadas por la defensa de los Derechos Humanos y contra la Impunidad, Medellín, febrero 27 de 2008.
Jesús María Valle Jaramillo de extracción campesina y de notoria sangre indígena, de lo cual él se enorgullecía, nació el 29 de febrero de 1943 en el corregimiento La Granja del municipio de Ituango, en el seno de una numerosa familia de filiación conservadora, la cual pocos años después se trasladó a Envigado y luego a Medellín, huyendo de la violencia partidista que se desató en Colombia con el asesinato del líder popular Jorge Eliécer Gaitán. Jesús María Valle fue asesinado en su oficina de abogado en la ciudad de Medellín el 27 de febrero de 1998 a las 2.15 de la tarde, por un comando paramilitar, en un frío, profesional y atemorizador operativo.
Él fue un líder polifacético y un paradigmático defensor de los Derechos Humanos para todos, pero en especial para los más desprotegidos, y un consecuente luchador contra la impunidad, pero sobre todo fue un hombre bueno que se convirtió en héroe y en mártir de esos Derechos: Héroe porque entregó gran parte de su ejemplar existencia a una lucha consecuente con sus ideales, y mártir porque hace diez años fue asesinado por esta causa, por intolerantes y violentos enemigos de aquellos Derechos y de la Democracia.
Las múltiples actividades que realizó tenían un objetivo y un propósito únicos: La dignificación de la persona humana, de los hombres, de las mujeres y de los niños, en especial de los más humildes. El parecía llenar todos los espacios y los tiempos: Así fue de vital, intensa, fructífera y consecuente su existencia.
Estudios y ejercicio profesional
En la década de los años 60 cursó estudios de pregrado en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia, en la cual fue acatado dirigente estudiantil. Ya graduado de abogado se dedicó al ejercicio del Derecho Penal y con los años llegó a convertirse en prestigioso abogado penalista. Cobraba honorarios justos a los procesados con recursos económicos que le confiaban su defensa y defendía gratuitamente a los carentes de ellos. Puso al alcance de los condenados pobres el elitista recurso de casación ante la Corte Suprema de Justicia e hizo del ejercicio de su profesión una expresión comprometida y consecuente con su proyecto de vida, con su opción por los humildes y los desprotegidos, por los injustamente privados de la libertad, por los perseguidos por motivos gremiales o políticos, por los presos, por los campesinos desplazados de sus veredas y despojados de sus fincas y parcelas, y, en fin, por las víctimas de la injusticia socioeconómica, la exclusión y la discriminación.
Maestro, humanista y activista
Fue, además, maestro ejemplar de Ética Profesional, de Derecho Procesal y Probatorio Penal y de Oratoria Forense en cuatro de las Facultades de Derecho más importantes de Medellín; dirigente comunitario, promotor y primer presidente de la Liga de Usuarios de las Empresas Públicas de Medellín; dirigente gremial, miembro del Consejo Directivo y Presidente del Colegio Antioqueño de Abogados -Colegas- y fundador y Presidente del Colegio de Abogados Penalistas de Antioquia; y, como tal, uno de los organizadores de la “Marcha por la Defensa del Derecho a la Vida” en 1983 y en 1985 del “Encuentro de Profesionales de Antioquia: Hacia la paz por la justicia social”.
Jesús Maria Valle fue miembro del Comité por la Defensa de los Derechos Humanos Seccional Antioquia, desde su conformación en 1978. Después de los asesinatos por “sicarios” al servicio de grupos paramilitares de varios presidentes e integrantes del Comité como los médicos Héctor Abad, Leonardo Betancur y Pedro Luis Valencia y los abogados Luis Fernando Vélez y Carlos Gónima cometidos entre agosto de 1987 y febrero de 1988, él continuó perteneciendo y actuando en el Comité mientras otros miembros se marginaron o se exilaron y asumió su liderazgo y vocería a partir de este último mes.
Denuncias
Desde principios de 1996 venía Jesús María Valle denunciando infructuosamente ante las autoridades competentes, los asesinatos selectivos y el desplazamiento de campesinos cometidos por paramilitares en el municipio de Ituango, con colaboración o, al menos, la omisión cómplice de los militares acantonados en la zona. Y en 1997 denunció la misma actitud de éstos ante las masacres ejecutadas por aquellos actores en los corregimientos La Granja y El Aro. Ante su valiente y comprometida actitud el 10 de julio de 1997 un oficial adscrito a la IV Brigada del Ejército Nacional y por instrucciones de su comandante, denunció penalmente a Jesús María ante la Unidad de Reacción Inmediata de la Fiscalía por el supuesto delito de CALUMNIA contra el Ejército. Y el día 16 del mismo mes, cuando Jesús María Valle reiteró en diversos medios de comunicación dichas documentadas denuncias, los entonces gobernador de Antioquia Álvaro Uribe Vélez y comandante de la IV Brigada, general Carlos Alberto Ospina Ovalle lo señalaron públicamente como “Enemigo de la Fuerzas Armadas”.
Esas graves y documentadas denuncias, cuya veracidad resultó plenamente establecida por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en la Sentencia del Caso de las Masacres de Ituango en el año 2006, difundidas en investigaciones sobre la “para-política” por las revistas Semana y Cambio, y reconocida por varios comandantes paramilitares en versiones ante Jueces de Justicia y Paz, las había realizado Jesús María Valle en el discurso sobre “La situación de los derechos humanos en nuestro departamento”, que pronunció el 25 de agosto de 1997 en el Paraninfo de la Universidad de Antioquia en el acto público de “Renovación del Compromiso con la defensa de los Derechos Humanos”, realizado con ocasión del 10º aniversario del asesinato de los médicos Héctor Abad Gómez y Leonardo Betancur Taborda. Igualmente, ratificó esas denuncias en las versiones que rindió ante la Fiscalía, dentro de la investigación iniciada en su contra con fundamento en la citada denuncia, la última de las cuales tuvo lugar el 26 de febrero de 1.998, día anterior a su asesinato.
En el referido discurso Jesús María Valle dijo:
“Aparecían fuerzas oscuras que reemplazaban al alcalde…, los comandantes. Esas fuerzas se fueron ubicando en los perímetros urbanos y generaban un estado de terror y de zozobra y los campesinos caían asesinados…Los militares, los paramilitares y las Convivir se confunden en los uniformes, en las sedes y en los vehículos que utilizan…Hoy puedo decir que el meridiano de la violencia pasa por Antioquia. Estamos exportando, a través de una concepción equivocada del orden público, violencia a departamentos pacíficos como los de la Costa y el Chocó…Y yo he ido a todas partes invocando el Derecho de Petición para la población campesina y no he recibido una respuesta positiva…Esa es la situación dramática que presenta hoy Antioquia y es el informe que puedo rendir con honestidad en este recinto, sin odios contra nadie, pero con una infinita tristeza…”.
Impunidad
Los autores materiales del asesinato de Jesús María Valle fueron identificados pero nunca fueron detenidos y sus autores intelectuales no han osado reconocer su directa responsabilidad de este asesinato, ante los medios de comunicación, ni en sus versiones ante los Jueces de Justicia y Paz, aunque, recientemente, un reconocido jefe paramilitar dijo haber recibido órdenes de otro jefe paramilitar, ya muerto, para asesinar a Jesús María. Y en sentencia proferida el 26 de noviembre del año pasado, dentro del proceso promovido por el Grupo Interdisciplinario de Derechos Humanos y cuyo texto es objeto de esta publicación, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado Colombiano como responsable por el asesinato del héroe y mártir de los Derechos Humanos Jesús María Valle Jaramillo.
A Jesús María Valle lo asesinaron los paramilitares por ser quien era. Por su vital compromiso con la defensa de los Derechos Humanos y la Justicia y su lucha contra la impunidad, por su solidaridad con los desplazados y por su opción por los humildes. Como dijo un amigo suyo, a Jesús María Valle lo mataron “Amarrado, porque amaba profundamente la libertad; con dos proyectiles en el occipital, porque era inteligente y frentero; en su oficina, porque era su trinchera; al lado de los desplazados, porque esos eran sus cómplices; en el suelo, porque no se arrodillaba; reducido, porque era valiente; boca abajo, porque no se callaba; con silenciador, porque sus enemigos le tenían miedo; y descalzo, porque no soportaban su compromiso con los más humildes”.
Su presencia
La lucha de Jesús María Valle conserva hoy plena vigencia y justificación, porque, no obstante los avances que en relación con la protección de los Derechos Humanos se han dado en el país a partir de la Constitución Política de 1991, especialmente con las Acciones de Tutela, Popular y de Cumplimiento y con el trabajo de la Corte Constitucional y de los demás jueces constitucionales, de algunas ONGs, de la Defensoría del Pueblo y de muchas Personerías Municipales, en Colombia subsisten graves y frecuentes violaciones a aquellos Derechos, como los desplazamientos y desaparecimientos forzados, las detenciones ilegales, las torturas, las ejecuciones extrajudiciales, los asesinados selectivos de líderes sociales, los “paseos de la muerte”, etc.
Jesús María Valle Jaramillo y los demás héroes y mártires de los Derechos Humanos en Colombia, ¡aún viven!, porque no los olvidamos; porque celebramos su vida, su pensamiento y su obra, que presentamos como ejemplo a la sensible y solidaria juventud colombiana; y porque nos iluminan sus ideales. Ideales que no son otros que los de toda la humanidad, plasmados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos del 10 de diciembre de 1948 y que son también el paradigma que el pueblo colombiano se fijó en la Carta Política de 1991. Por eso, continuamos su lucha y, con ellos y por las víctimas de las violaciones de esos Derechos, proclamamos, como lo hizo Jesús María en su último discurso: “¡Aquí estamos, aquí estamos y estaremos siempre, en el fragor de la lucha o en la quietud de la muerte!”.
Darío Arcila Arenas
Medellín, febrero de 2009